DE LO SENSORIAL AL IMPACTO AMBIENTAL

Hasta hace poco la producción ganadera se centraba puntualmente en la oferta, el precio y la competitividad de los productos. Hoy, a ellos se ha adicionado como factor importante el bienestar de los animales como respuesta a la actitud de la sociedad que espera que los alimentos sean producidos con respeto a dicho bienestar.

La sensibilización que ella ha despertado ha llevado a que en sociedades de mayor poder adquisitivo se exijan certificaciones de que el bienestar haya sido tenido en cuenta en los productos de origen animal como en los procesos utilizados para obtenerlos.

En síntesis, hoy existe en la humanidad consenso acerca de minimizar el sufrimiento de los animales.

Las primeras preocupaciones acerca del tema surgieron en 1937 con la creación de la Sociedad Alemana de Bienestar Animal a partir de los postulados de dos especialistas de esa nacionalidad en producción animal. Según ellos, Kronacher y Stang, “hay que conocer las necesidades vitales de los animales si se quiere conseguir rendimientos productivos de sus crías”.

En el estudio de Corpoica titulado “Bienestar animal en ganado de leche en la Sabana de Bogotá” se puntualiza que al reconocer la dificultad de encontrar una definición que abarque todos los elementos incluidos en el concepto se sugiere como vía para llegar a ella conocer lo que para algunos autores versados en el tema significa bienestar animal. De acuerdo con el documento, Hughes lo entiende como el estado de completa salud mental y física en el que el animal está en perfecta armonía con su entorno. A su turno, Duncan, quien lo describe como todo lo relacionado con lo que el animal siente, distingue entre necesidades esenciales para la supervivencia y la reproducción, y deseos, que son las representaciones cognitivas de esas necesidades, y agrega que el bienestar tiene en cuenta, sobre todo, los deseos.

TRES ENFOQUES

Para Duncan y Fraser, el concepto mismo y su valoración pueden tener tres enfoques: el primero, basado en sentimientos, define el bienestar animal a partir de las experiencias subjetivas de los animales (sentimientos y emociones) enfatizando la reducción de los sentimientos negativos (sufrimiento y dolor) o promoviendo los positivos (confort y placer). “El problema que presenta, por el momento, es la escasa precisión de su valoración”.

El segundo, basado en funcionalidad, tiene en cuenta las funciones biológicas teniendo en cuenta parámetros de salud, longevidad y éxito reproductivo, así como de alteraciones del comportamiento o de fisiología. “Aunque estas medidas son fácilmente valorables, existe una controversia sobre el grado de unión que tienen con el bienestar animal”.

El tercero, que se basa en comportamiento, considera que el animal disfruta de bienestar cuando presenta comportamientos parecidos a los de su estado natural o salvaje.

El primer intento por desarrollar científicamente el término bienestar animal se le atribuye al Comité Brambell, que en 1965 propuso cinco privilegios de los que todo animal debe gozar, independiente de su alojamiento, y que se refieren a que el animal se sienta libre para echarse, levantarse, darse vuelta, estirarse y acicalarse en el espacio destinado a su alojamiento.

DE LO SENSORIAL AL IMPACTO AMBIENTAL

En 1992, el Consejo Británico de Bienestar Animal modificó estos privilegios, que desde entonces se conocen en todo el mundo como las cinco libertades de que deben gozar los animales. De acuerdo con ellas, deben estar libres de hambre y sed, o lo que es lo mismo, deben recibir agua fresca y una dieta que los mantenga saludables y vigorosos. Libres de incomodidades y malestar mediante la oferta de un ambiente adecuado que incluya refugio o abrigo y un área confortable para descansar. Libres de dolor, lesiones y enfermedades, que se eliminan por medio de la prevención o de un diagnóstico o tratamiento oportunos.

En cuarto lugar, deben ser libres para expresar un comportamiento propio de su especie, para lo cual debe proporcionárseles espacio suficiente, instalaciones apropiadas y compañía de individuos de su misma especie.

Finalmente, deben ser libres de estrés y miedo, condición que se consigue si se les aseguran condiciones y tratamientos que eviten el sufrimiento mental.

El documento de Corpoica subraya que los esquemas de valoración de la calidad de los productos animales, diseñados para satisfacer al consumidor tienen en cuenta aspectos de inocuidad de los alimentos y de bienestar animal, aparte de aspectos sensoriales de calidad. Por ende, acota, la calidad de un producto no solo incluye sus características sensoriales sino las percepciones acerca de las condiciones de la producción animal y su impacto sobre el ambiente, el bienestar animal y la inocuidad de los alimentos, como lo puntualizaron en 1998 Wood y sus colaboradores.

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