¿Será que ahora sí?

El análisis prospectivo del sector cárnico, primera actividad del Plan de Ordenamiento Productivo de la Cadena Cárnica Bovina, debe estar listo en el presente agosto y, de inmediato, a partir de lo que haya arrojado el diagnóstico empezará la construcción de los planes de acción, tarea que tomará alrededor de cuatro meses.

De acuerdo con la Unidad de Planeación Rural Agropecuaria –UPRA–, dicho plan comprende cinco objetivos: identificar en la cadena cárnica sus necesidades más relevantes, realizar un análisis prospectivo, definir la visión para el periodo comprendido entre los años 2020 y 2039, lineamientos de política y un plan de acción. Ello, agrega, permitirá que con el apoyo de los actores públicos y privados involucrados, el Ministerio de Agricultura pueda orientar el sector en el corto, el mediano y el largo plazo, teniendo como objetivo final su sostenibilidad social, económica y ambiental.

Justificaciones

A quienes con razón suficiente sostienen que el sector agropecuario colombiano está sobrediagnosticado, Ignacio Amador, presidente del Consejo Nacional de la Cadena Cárnica Bovina y director ejecutivo de Asocárnicas, sin desconocer que en varias oportunidades se han llevado a cabo diagnósticos –regionales la mayoría y algunos de cobertura nacional–, responde: “Este ordenamiento es necesario dado el desorden dentro del cual ha crecido la ganadería a lo largo del tiempo; con él se busca, para empezar, saber cuántos animales conforman el inventario colombiano, por ejemplo, y con esa certeza definir el futuro, pues no hay que olvidar que el Ministerio maneja unas cifras, distintas a las de Fedegan, del ICA y de casi todas las organizaciones gremiales o regionales”.

El actual le parece bien orientado porque en su diseño se ha tenido en cuenta al sector privado, representado en los gremios y las regiones, lo que le parece importante toda vez que cada una de ellas tiene sus particularidades y sus problemas. A su modo de ver, probablemente el fracaso de planes anteriores radicó en haberlos estructurado olvidando las marcadas diferencias entre las regiones. En busca de acertar se definieron estas cinco regiones: Caribe húmedo, Amazonía y suroccidente, Orinoquía, Magdalena medio y Antioquia, Caribe seco y Oriente.

Ahora, precisa Amador, “se trabaja con base en encuestas en todos los eslabones en cada región, lo que facilita actualizar las cifras y los indicadores productivos, hoy muy desactualizados, y elaborar un diagnóstico confiable”. Otra ventaja que encuentra en el actual proyecto es haber sido construido de forma más colectiva, consultado más a las regiones, al productor y a especialistas como él, y sin desconocer los planes regionales elaborados por las gobernaciones, por ejemplo; con ello responde a por qué cree que este plan sí va a funcionar, en contraste con todos los anteriores.

Resume su opinión calificándolo como un primer acercamiento a un diagnóstico real y actualizado de la situación.

Veinte años,‬ ¿mucho o poco?

Como en razón de nuestra idiosincrasia solemos dejar todo para último momento, un plan que abarca 20 años y que no es de Estado sino de gobierno está expuesto a un riesgo demasiado alto. En 20 años pasan por el Palacio de Nariño cinco presidentes y es obvio temer que no para todos la cadena cárnica bovina sea prioridad de su mandato. En ello Amador está de acuerdo y también acepta que planes quinquenales pueden ajustarse más a la lógica con la que se manejan las cosas en Colombia; además, en cinco años sobre ellos puede ejercerse un control y una vigilancia más cercanos mediante evaluaciones frecuentes, y también resulta más fácil ejercer cierta presión para que los dineros necesarios se giren con más prontitud. Es probable, dice, que los responsables del actual programa estén animados por una visión más futurista.

Andrea Carolina González, con maestría en economía y administración, más de 20 años de experiencia en el sector agropecuario y actual coordinadora de los planes de ordenamiento productivo en la UPRA defiende el plazo de 20 años así: “es necesario que la visión que se plantee sea a largo plazo, lo que no quiere decir que no haya acciones a corto, mediano y largo plazo. A veces se plantean visiones demasiado cortas y se termina buscando resolver solo problemas de coyuntura, es decir, lo que duele hoy pero no visualiza a dónde se quiere llegar; por ejemplo, acciones de investigación en ciencia, tecnología e innovación requieren de más largo aliento; pensar en lograr mejoramiento genético en un año no tiene sentido. Era necesario aclarar con la cadena a dónde quiere, puede y debe llegar. Todos los años habrá actividades y se tienen los recursos para cada uno”.

También, y como argumento para garantizar que se alcanzarán los objetivos, subraya la participación del sector privado; “no se trata de un plan con el gobierno como actor único; él crea el escenario para que lo privado y lo público hagan unas apuestas por elementos que eliminen las limitaciones para hacer de la ganadería algo competitivo y sostenible. Es más una alianza entre ambos sectores, es pensar en una visión integral, en una holística para construir un mejor sector”. Resume puntualizando que en carne el análisis situacional o la suma de los desafíos se entrega en agosto, en septiembre se llevará a cabo la prospectiva y entre ese momento y febrero de 2021 tendrá lugar la formulación del plan de acción.

No sobra recordar que dentro de esos planes fracasados resalta el de Fedegan 2019, pues pese a todos los recursos económicos de que disponía, provenientes del Fondo Nacional del Ganado, los quince años propuestos para darle a la ganadería un vuelco de 180 grados se desvanecieron y nada cambió.

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