Arauca, donde academia y ganaderos unen fuerzas

Por: Gonzalo Munévar M.

Sintonizada en línea directa y de forma proactiva con la región, la Universidad Nacional aporta conocimiento y recurso humano del nivel superior para mejorar la ganadería bovina de Arauca.

En 2012, el gobierno departamental de Arauca invitó a la Universidad Nacional a proponer un proyecto que elevará el nivel tecnológico de la ganadería bovina regional y le señalará el camino para alcanzar la competitividad.

Con la experiencia recogida en el área de ciencia, tecnología e innovación durante los últimos doce años en los que ha trabajado en procesos de innovación en los sistemas de producción en varios regiones, la Universidad recomendó un proyecto en el que se capacitara a estudiantes araucanos en los grados de maestría y doctorado y se llevara a cabo el reconocimiento de la capacidad del sector ganadero del departamento.

El proyecto tiene seis objetivos, que se busca alcanzar en 57 actividades. Estos son:

1. Montaje del sistema de trazabilidad.

2. Identificación del recurso animal y los aspectos del desempeño reproductivo.

3. Nutrición, alimentación y balance dietario.

4. Mapa epidemiológico y evaluación del impacto de la problemática sanitaria.

5. Aspectos social, económico, mercadeo y comercialización.

6. Calidad de los productos obtenidos –leche y carne– y la incorporación a ellos de valor agregado con base en la relación de los cinco objetivos mencionados antes.

La filosofía del proyecto, denominado Desarrollo de un programa de gestión tecnológica para la innovación social y productiva de la carne y la leche en la ganadería bovina de la región de los Llanos, la explica así Henry Grajales Lombana, uno de sus líderes: “es innovación social porque se centra en el trabajo con los productores mediante una interacción dinámica con ellos para aprovechar su conocimiento, enterarse de cómo lo han incorporado a su gestión productiva, y simultáneamente, buscar que adopte en las áreas de su trabajo los recientes desarrollos tecnológicos”.

Precisa que el principal elemento del proceso de innovación social es tratar de acercar al productor a lo que hace, para que le dé un valor a lo que produce. “Con este ejercicio reconocemos la capacidad del medio para alcanzar las metas productivas que cada ganadero se ha planteado, al tiempo que se trabaja en busca de un reconocimiento a la calidad del producto –cárnico o lácteo– para que a partir de ello sea el mismo productor quien empiece a darle el valor agregado que su carne o su leche merecen”.

La propuesta puntualizaba trabajar directamente con los productores “buscando anclar elementos de la gestión tecnológica, entre ellos herramientas de un programa de trazabilidad, esto es, tratar de estructurar sistemas de información y a partir de ellos configurar el reconocimiento de las capacidades de los distintos componentes del sistema en términos de reproducción, nutrición, situación sanitaria, recurso animal, y condiciones de mercadeo y comercialización, todo ello enfocado a tratar de identificar las características y propiedades de los productos cárnico y lácteo del departamento”.

Con este trabajo se pretende también que tanto a carne como a leche se les reconozca una identidad regional, en la que se identifiquen, por ejemplo, sus nichos de producción, con qué tipos de ganado se obtienen, qué alimento reciben los animales, el ambiente en que ocurre dicha producción. “Porque todos elementos o valor agregado regional les dan a la carne y a la leche un sabor particular, que no se reconoce, porque en el caso de la leche se vende y se convierte en un queso que se lleva a Bogotá o cualquier otro destino y nadie se entera de que proviene de Arauca. En la carne ocurre algo parecido pues en el expendio comparte el espacio con la de cualquiera otra región”.

Arauca tiene alrededor de 9.800 ganaderos, de los cuales 650 participan en el proyecto, algo más de un millón de bovinos, buena capacidad para producir carne y leche, pero al decir de Grajales no se está protegiendo la identidad regional en los productos que sacan al mercado.

Infortunadamente, subraya, la acción de los intermediarios en la comercialización de estos productos impide que se reconozca su origen; para remediar esta situación, “el proyecto busca acercar a productores y consumidores, aspecto en el que tienen una participación bastante importante los comités de ganaderos y la asociatividad, porque con sus volúmenes individuales de producción un ganadero es fácilmente manipulado por el intermediario, por lo que su producto termina en un mercado donde se le reconoce un valor muy pobre, o porque carece de capacidad para negociar. La capacidad de negociación de los productores mejora si logran asociarse y manejar volúmenes y estabilidad en las características y calidad de sus productos”.

El ideal es que el ganadero no venda sus animales en la puerta de la finca sino capacitarlo para que él mismo pueda llevarlo hasta la planta regional de beneficio; este ejercicio le confiere un valor agregado, representado en, por ejemplo, bienestar del animal, pues ya no tendrá que soportar un viaje de 18 o 20 horas cuando su destino es Bogotá; por ende, puede recibir un mejor precio por sus animales.

Un logro sobresaliente será lograr que a ese producto se le reconozca la denominación de origen, objetivo, que como admite Grajales, no es fácil de alcanzar; revela que con ese propósito se hicieron acercamientos con los ganaderos para llevarlos a España para que conocieran lo que sus colegas han trabajado durante casi 30 años para construir ese modelo productivo, “que aunque se trata de pequeños volúmenes, el reconocimiento que se han ganado les ha permitido vender a un precio superior en hasta 20 o 30%, porque, como asociación, ellos llevan su producto hasta el consumidor, es decir, eliminan la intermediación”.

Reitera que el principal elemento del proceso de innovación social es tratar de acercar al productor a lo que hace para que le dé un valor a lo que produce. “Con este ejercicio reconocemos la capacidad del medio para alcanzar las metas productivas que cada ganadero se ha planteado, al tiempo que se trabaja en busca de un reconocimiento a la calidad del producto –cárnico o lácteo– para que a partir de ello sea el mismo productor quien empiece a darle el valor agregado que su carne o su leche merecen”.

Una particularidad del proyecto de Arauca es el de ser uno de los primeros en los que se incorpora el reconocimiento a todos los factores que intervienen en la producción, a saber: tierras, forrajes, animales, infraestructura física (corrales, salas de ordeño, establos) y aguas, además del recurso humano, del que se busca conocer a fondo quiénes son las gentes, su origen, su grado de escolaridad, su participación en el proyecto en lo que tiene que ver con la tenencia de la tierra, el origen de los recursos de su subsistencia, manejo que le da a su producción, qué destino tiene, y cuánto representa la ganadería en los ingresos del productor.

El primer producto de este proyecto es la formación, en el nivel de maestría, a 20 estudiantes y a dos en el de doctorado, quienes ya están preparando sus trabajos de tesis, y cuyas investigaciones en el marco del proyecto están centradas en situaciones propias de la región.

El costo total es de 37.000 millones de pesos, de los cuales los productores aportan cerca de 14.500 millones, representados en sus fincas y sus animales, puestos al servicio del proyecto. La Universidad Nacional participa con alrededor de 3.000 millones pues están vinculados a él doce profesores en su acompañamiento a los estudiantes de posgrado. El monto restante, más de 19.300 millones de pesos, son recursos frescos del Sistema General de Regalías, “lo que lo ubica, en términos de inversión económica, como uno de los proyectos más grandes de Colombia en Ciencia y Tecnología”, subraya Henry Grajales, zootecnista, master en producción animal en pequeños rumiantes, título otorgado por la Universidad Nacional Autónoma de México, doctor en fisiología de la reproducción, de la Universidad Nacional de Colombia y profesor en esa materia allí durante 32 años. En los diez años recientes ha trabajado en modelos de gestión y desarrollo tecnológico e innovación tecnológica.

Del proyecto hace parte la construcción y dotación de un centro de investigación, desarrollo tecnológico y extensión en ganadería bovina, que se levantó en predios de la Nacional en Arauca capital, con una inversión baja, de solo 640 millones de pesos, y que hoy tiene en operación un laboratorio de nutrición y alimentación, otro de reproducción, un tercero de sanidad y una central de información que permite llevar a cabo la trazabilidad a los animales de los ganaderos vinculados al proyecto. “Esos laboratorios están dotados con equipos de la más reciente tecnología, lo que los ubica entre los mejores del país; están en capacidad de ofrecer servicios diagnósticos como exámenes coprológicos, análisis de composición de materias primas y de la leche. Con apoyo de la facultad de veterinaria y zootecnia, de Bogotá, ofrece la realización de análisis de alta complejidad en forrajes y composición de la carne, todo al servicio de los ganaderos de esa región llanera. En el laboratorio de reproducción se lleva a cabo la valoración de la capacidad reproductiva de machos y hembras y procesamiento de semen”, detalla Grajales.

Como complemento del centro de diagnóstico, en seis municipios de Arauca se habilitaron igual número de contenedores que funcionan como pequeños laboratorios para apoyar los procesos de reproducción y sanidad animal.

Además de los 22 estudiantes de posgrado, el equipo de trabajo consta de más de 30 personas de apoyo a nueve comités municipales de ganaderos, que fueron capacitadas en todas las áreas de actividades mencionadas.

Grajales estima conveniente enfatizar en que el proyecto no pretende llegar a donde los productores y decirles qué hacer, sino que sean ellos quienes a partir de reconocer lo que tienen identifiquen sus problemas y formulen sus soluciones, proceso en el que cuentan con el acompañamiento de los demás actores.

Asegura que, por tanto, la suerte del proyecto depende de los productores, de su capacidad para entender la importancia de su trabajo y lo valoren; “la Universidad no puede llegar a decirles qué deben hacer”, puntualiza Grajales, quien no oculta que al proyecto se le han atravesado situaciones de origen político pues quienes las promueven no dimensionan en toda su magnitud lo que se pretende y anteponen intereses mezquinos y particulares en perjuicio del bienestar de la región.

Balance

En el marco del proyecto se evaluó el desempeño reproductivo de 53 toros Pardo suizo, Holstein, Angus, Normando, Brahman –blanco y rojo– Gyr y Romosinuano, escogidos por los ganaderos; fueron sometidos a 80 pruebas regionales en las que se inseminó a 6.500 vacas aportadas por ellos, “ejercicio con el que queríamos construir el modelo para evaluar la transmisión de características en animales probados en un ambiente específico”. El propósito del ejercicio era mostrar a los ganaderos que si bien el mercado ofrece semen de toros muy buenos, los resultados obtenidos en el medio en el que se hicieron las pruebas no necesariamente se replican con éxito en ambientes diferentes.

Lo alcanzado, teniendo en cuenta todas las dificultades que se le han atravesado al proyecto, lo resume, en porcentaje y en cada objetivo, Henry Grajales así: montaje del sistema de trazabilidad: 100%; identificación del recurso animal y los aspectos del desempeño reproductivo: 85 a 90%; nutrición, alimentación y balance dietario: 100%; mapa epidemiológico y evaluación del impacto de la problemática sanitaria:100%; Aspectos social, económico, mercadeo y comercialización: 92%; calidad de los productos obtenidos –leche y carne– y la incorporación a ellos de valor agregado con base en la relación de los cinco objetivos mencionados antes: 75%.

“El promedio de los seis arroja un alcance de alrededor de 94%, que la Universidad considera importante”, resume Henry Grajales Lombana, y precisa que el proyecto debe alcanzar su pleno desarrollo en marzo de 2018.

 

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