De armas tomar

La decisión, resolución y contundencia en el actuar de la mujer santandereana no es de ahora. Ese talante no los mostraron mujeres de la talla de Manuela Beltrán y Antonia Santos, esas heroínas que abrieron espacios a la gesta libertadora.

En el Socorro, Santander, mujeres del siglo XXI también rompen paradigmas y se echan al hombro las responsabilidades de las explotaciones ganaderas de sus familias. Aunque no comparten las mismas razones para hacerlo, si viven retos similares y el trajín ganadero llega a unirlas.

DeCARNE habló con un grupo de esas aguerridas que le ponen el pecho al día a día de las fincas, con ocasión del Primer Congreso Ganadero de la Hoya del río Suárez convocado por el comité de ganaderos local el 23 de junio pasado. Unas están en el sector productor de leche, otras en el doble propósito y su quehacer no difiere mucho. Nos hablaron de sus retos y de cómo vislumbran las condiciones para la paz.

Tenacidad, claridad y presencia

Para Elsy Villarreal de Gast la tarea de manejar la ganadería no ha sido sencilla por el precedente que la acompaña: el prestigio de su marido, Eduardo Gast Puyana, quien diseñó el Beefmaster en Colombia, ese trihíbrido que aúna las virtudes del cebú con el mayor rendimiento en carne y leche del Bos taurus y que en decir de Elsy “puede componer a cualquier siete colores sin perder producción de leche y mejorando masa muscular”.

La muerte del marido enfrentó a Elsy con el día a día de la ganadería para alimentar datos que construyen indicadores, para mantener ganancias de peso, orientar las inseminaciones, vender genética, organizar potreros… Buscando hacer una explotación más intensiva para irradiar mejor esta raza que la apasiona y por la cual es reconocida su familia. El legado impone condiciones de excelencia.

De similar manera ella pone condiciones a la paz: “honestidad por parte de quienes la negocian para no llevarnos a engaños”.

Hacer las cosas como nadie las hacía

Tulia Inés Salamanca de Aponte tiene origen llanero y al casarse se fue a vivir al Socorro. A la finca familiar en el Llano iba de pequeña en vacaciones, sin involucrarse en su manejo. Los hijos se le fueron temprano del hogar y se quedó “sin nada que hacer”. Con el esposo compraron una finca de la cual destinaron cuatro hectáreas para ordeñar animales Jersey y “terminé manejándola yo” cuando él, médico, dio un paso al costado en 2005. Al tomar las riendas -“una vez metida en la finca me encantó”-, tuvo claridad sobre la importancia del bienestar animal, de usar equipos de ordeño e inseminación artificial y de asesorarse de profesionales, “yo quería hacer las cosas bien”, recalcó.

“Cambié completamente el sistema, hice las cosas como yo pensaba y afortunadamente funcionó”. Ahora forma parte del comité de ganaderos aportando su experiencia para beneficio de otros. Durante varios años fue la única mujer allí, hizo parte de un círculo de excelencia y es reconocida por “hacer las cosas bien”, por la productividad de su Jersey puro que le da ingresos por leche para el gasto diario y venta de genética para tener “unos pesitos adicionales”.

Su gran reto fue hacer las cosas como nadie las hacía, un ordeño limpio y en orden, donde todo funcione bien aunque ella no esté presente; lo más difícil fue el manejo de los operarios que no veían adecuado que una mujer les diera órdenes. Un buen día llegó Gabriel Serrano a evaluar la finca y desde ese día ella ostenta, orgullosa, la certificación en buenas prácticas de lechería. La primera en Santander. “Yo sabía que estaba haciendo las cosas como yo quería, pero no sabía que para los demás estaba tan bien”.

¿Qué necesitamos para lograr la paz?, le preguntamos. “Me pregunto eso todos los días, y creo que lo básico es igualdad social, mientras eso no mejore no hay paz”.

Que no parezca finca de viuda

María Teresa Carlier de Rugeles lleva la ganadería en la sangre: abuelos, padres y esposo estuvieron involucrados en este quehacer. De soltera apoyó al padre, después al esposo y ahora maneja su lechería ubicada a tres kilómetros del Socorro, en Simacota, con apoyo de un yerno.

La tecnología le ha planteado retos para mantenerse ella al día y a la finca con adecuada producción de leche, saliendo airosa con mejoras importantes en la gestión para que “no parezca finca de viuda” y para dejar una finca mejor a partir de un adecuado programa ganadero. En la feria del Socorro ha obtenido en varias ocasiones el primer puesto en calidad de la leche y “por poquito el de cantidad, pero siempre el de calidad”.

A la pregunta sobre qué necesitamos para lograr la paz, se refiere a la “honestidad de las personas que están negociando, que no sea por ganarse un premio o decir hicimos tal gestión; las dos partes que negocian deben ser honestas en sus propósitos”. Considera que los productores agropecuarios han sido los más vulnerables ante el conflicto y, a la vez, que “el único que da comida es el campo. La paz es muy importante”.

“Equidad es la clave de la paz”

También con raigambre ganadera, Zoraida Galvis de Pinilla le da la mano al esposo en el manejo de la ganadería. “Vengo de familia ganadera, mi papá era ganadero y me casé con ganadero, siempre lo apoyaba desde la casa; hace nueve años él se enfermó y tomé las riendas de la empresa”.

“Sostener lo que había y además, avanzar”, han sido sus retos en la ganadería en la que hace equipo con su hijo Carlos Andrés. “Trabajamos en llave y hemos empezado a tecnificar la finca palpando los resultados”, los cuales han significado multiplicar por tres la producción de leche, mejorar los índices de natalidad, llevar indicadores para medir y orientar procesos…

Equidad es para ella la clave de la paz. “No la hay, al guerrillero se le está dando un trato preferente que nunca se le ha dado al ciudadano común, los ganaderos tenemos miedo de lo que se les está concediendo”.

Líder cafetera y ganadera

Cafetera y ganadera por herencia, Rosalba Castillo de López le tomó amor a la ganadería desde pequeña en la finca familiar; ahora con engorde y lechería en cruces, selecciona “el mejor grupo”, para cebarlo. Se enfrenta a diario con decisiones que le permitan “mantener una ganadería de buena genética en la cual se pueda apreciar si hay mejoras, si se avanza”, analizando detalles y decisiones con su esposo que linda los ochenta años.

“Fuimos los primeros que impulsamos la inseminación artificial en Charalá, hace como cuarenta años, cuando nadie pensaba en eso”. Esa avanzada fue liderada por el esposo, entonces tecnólogo de la Federación de Cafeteros, quien la animó a trabajar juntos en el proyecto que ahora ella orienta. Rosalba continúa con un pie en el cultivo de café, participa en el comité departamental de cafeteros y lidera a cien mujeres cafeteras en Ocamonte buscando valor agregado para sus cosechas para que se reconozca su trabajo, “porque la mujer es el eje de la familia”.

“No basta con decir se firma la paz; todos tenemos que aportar nuestro grano de arena y dar ejemplo, eso lo hemos dicho y nuestros líderes deben estar muy de la mano y que se evite la corrupción que tenemos en Colombia. A los ganaderos nos preocupa que sea por hipocresía que firman la paz y por detrás nos van a hacer conejo”.

La vida la volvió ganadera

María del Socorro Linares de Rueda recuerda momentos vividos de pequeña en la finca paterna; luego, “mi esposo, a pesar de que tenía su carrera de ingeniero y teníamos una industria en Bogotá, siempre estuvo involucrado con el trabajo de la finca y yo lo acompañaba, pero la vida me llevó a enfrentarme al manejo por su enfermedad, sin saber a qué hora y sin estarlo pidiendo”, comentó. Con un sistema de doble propósito, vende toretes cebados que maneja en pastoreo.

Cada día aprende algo, como los procesos con los cuales no estaba familiarizada y que le han costado trabajo. “Ha sido para mí difícil estar al frente de la finca, con mi marido presente; yo no tenía el conocimiento suficiente de manera que trato de enterarme y preguntar; he encontrado gente muy querida que me ha colaborado y enseñado”.

Coincide con algunas de sus compañeras de lides en que “los acuerdos que se están haciendo y que las cosas que se van a realizar después de la prometida paz sean hechos con sinceridad y honestidad, y no buscando una figuración”.

Ganadera de corazón

Clara Torres es ganadera de corazón. Desde su cargo en el Fondo Nacional del Ganado ha atendido las provincias guanentina, comunera y veleña, conformadas principalmente por pequeños productores, asesorándolos para mejorar suelos, hacer fertilización a partir de análisis de suelos, en manejo y nutrición, entre otros temas. “Hemos buscado con el Comité de la Hoya del río Suarez armar un proyecto de asistencia técnica para que se vuelvan más eficientes”.

“En 18 años que hemos manejando la vacunación contra aftosa, hemos caminado predio a predio y tenemos cada uno con puntos de GPS”, dijo a la vez que destacó el empuje e innovación del Comité y de sus profesionales: “todos estudiaron en una universidad, fueron al exterior y volvieron, lo cual no se da en muchas partes del país, piensan como empresarios y los une querer ayudar a la región”.

Mira hacia delante y considera que “con lo complicado que fue el clima hace unos meses, estamos en un momento perfecto para cambiar en la región ciertas prácticas; las únicas fincas que podían sostenerse eran las que contaban con tecnología, donde había mejoramiento, pero a los pequeños les pasa que no tienen los recursos para hacerlo y hay que apoyarlos”.

No Comments Yet.

Leave a comment