“LA CULPA NO ES DE LA VACA”

María Cristina Sáenz

Ricardo Sánchez no toma respiro al hablar, las ideas parecieran atropellar sus palabras, pero su ilación es ordenada, consecuente y plena de conceptos. Porque el tema de la conservación lo entusiasma, más allá, lo apasiona. Su paso de varios años por la SAC, luego por el ministerio de agricultura y ahora como Director de Seguridad Alimentaria Sostenible para Latinoamérica en The Nature Conservancy -TNC-, le permite hablar con propiedad y gran conocimiento de cómo producir y ser eficiente conservando el medio ambiente.

Con ese bagaje, y con claridad, nos fue desgranando las tendencias globales en producción de proteína animal, lo que piden los consumidores aquí y más allá, lo que plantean organismos públicos y privados; también enumeró casos de éxito que muestran que es posible y, como un todo, habló de orientar la producción desde el potrero.

LA RENTABILIDAD JALONA EL PROCESO

TNC es una ONG con más de sesenta años de historia que hace dos años creó el Consejo de Conservación para América Latina, en el cual “se mezcla una tendencia netamente conservacionista de monitoreo de calidad de agua y de suelos, de ciencias y biodiversidad, con empresas del mundo productivo. Llevamos a TNC a un tema que se llama conservación y desarrollo, o desarrollo y conservación, como se quiera ver para, al final del día, aumentar productividad en muchas zonas degradadas”, comentó sobre esa iniciativa que busca que la realidad de América Latina, con 600 millones de hectáreas en pastoreo extensivo e intensivo, se vuelva eficiente y rentable a partir de un trabajo armonioso entre la ONG y las empresas y organismos que participan en el Consejo.

Hay una realidad innegable, el mercado va a seguir pidiendo proteína animal y América Latina puede usar tierras de baja productividad, mejorándolas, para satisfacer parte de esa demanda. Es un enfoque práctico, realista y respetuoso.

Ricardo Sánchez trae a colación las ventajas de sistemas como el silvopastoreo, en cuyo impulso e implementación destaca el trabajo de la Fundación Cipav. “Colombia es pionera en la transformación de paisajes introduciendo el tema de bosque, que no es enemigo de la ganadería. Hubo cien años de soledad entre ganadería y bosques”, opina sobre este trabajo que la fundación valluna ha llevado a la India y México con éxito e impacto positivo en el medio ambiente y el desarrollo. A partir de esas experiencias y de otras que mencionó, es evidente que lo que hay que hacer es cambiar el chip a la gente y los gobiernos, porque “la culpa no es de la vaca”, sino del manejo que se le da.

Invita a no mirar el silvopastoreo como algo romántico: “hay cifras que permiten mostrarlo como viable, cifras que muestran que el ganado se puede multiplicar, que el suelo se lastima menos y que la rentabilidad crece. No es cierto, como dicen algunos, que este sistema es para pequeños y medianos, es para todos”, enfatiza sobre esta opción que incluye otros aspectos como cercas vivas y pasturas mejoradas los cuales desembocan en el aumento de la carga animal.

“Si se incluye el componente de rentabilidad, la gente está más dispuesta hacer el cambio. La rentabilidad es fundamental, la promovemos desde TNC; luego se ve la planificación de paisaje y de los mercados a los que se quiere llegar”. Así queda atrás la mirada romántica de conservar por conservar, dando paso a una propuesta en la cual la ONG y los ganaderos son socios que buscan eficiencia.

La experiencia con ganaderos en Brasil, como Mauro Lucio Costa (ver recuadro), parte de tomar conciencia de que hacer el cambio es importante y pasa por un tema de catastro ambiental mediante el cual se certifican las áreas de bosque en la finca para asegurar su conservación; con ese catastro el ganadero accede al sistema de crédito. Otro programa, “Agricultura de Bajo Carbono -ABC-, busca incentivar el mejoramiento de pasturas de áreas degradadas, eficiencia en el hato y, basado en eso, hacer pagos por desempeños. Ha servido para la reconversión del hato ganadero en Brasil”, explica Ricardo Sánchez.

Más adelante, o simultáneamente, se siembran árboles, se monitorea la captura de COy la permanencia de los bosques para demostrar que hay un impacto claro de conservación y que se sumen gases efecto invernadero. Menciona Sánchez el trabajo liderado por Global Research Alliance en Nueva Zelanda, que muestra que con mejor forraje las vacas emiten menos metano. Algo similar se ha hecho en la Universidad Nacional en Bogotá. “¡Y siempre les echan la culpa a las pobres vacas!”, reitera Sánchez.

AQUÍ TAMBIÉN ES POSIBLE

Colombia también tiene mucho que contar. Como lo realizado, reiteramos, por la Fundación Cipav en varios entornos como las zonas altas de Boyacá, las llanuras cercanas a Valledupar o áreas en Caquetá y en Tolima; Nestlé lidera un programa de reconversión en lechería en Caquetá, en el cual Jesús Martínez maneja silvopastoreo para leche en 70 hectáreas y funge como presidente de la cooperativa de Curillo impulsando a más ganaderos a seguir sus pasos. Trabajo importante en pasturas lo hace el Ciat… Son muchos más, sin duda. “Todos podemos trabajar”, dice Sánchez.

Es claro que los modelos se deben acomodar a las áreas de las explotaciones y a los diferentes entornos, que la leucaena no es apta para todos los ambientes, que hay otros forrajes no tradicionales, que los viveros deben ser certificados y, por qué no decirlo, que hay que superar la etapa de los planes piloto y repensar los sistemas. No hay una receta única y tampoco la moda debe ser la que oriente las decisiones.

El funcionario destaca lo que hace Fedegan con el proyecto de Ganadería Colombiana Sostenible, conocido como GEF y ya planteado en su Plan 2020 hace unos años. Sánchez considera de la mayor importancia que el sector privado lidere el tema y que los ministerios de agricultura y medio ambiente concilien diferencias entre lo ambiental y lo productivo.

Ese proyecto desarrollado por varias entidades, entre ellas Fedegan, Cipav y TNC, es alimentado con varios millones de dólares y busca implementar desde lo técnico estrategias que mejoren la producción del negocio ganadero a través del trabajo amigable con el medio ambiente. “No se trata de defender tres matas sino de establecer conectividad” y buscar que los supermercados compren carne producida en SSP en volumen constante. Así es posible superar lo romántico y satisfacer los mercados.

Recuperar la rentabilidad, insiste, tiene que ver la eficiencia en el predio, que en parte se da con integración con el bosque, con el medio ambiente, las aguas y con un mercado que presiona por los temas sanitarios, ambientales y sociales. Influyen las políticas públicas como el ICR al SSP y la investigación que hace Corpoica. Trae a colación la ola invernal que “sirvió para integrar el tema ambiental con el agrícola. Muchas de las inundaciones se dan por el mal manejo de las cuencas y la deforestación en las partes altas”.

LO PIDE EL MERCADO

Más que cumplir un sueño romántico, el mercado demanda productos sostenibles, por lo que a la estrategia de tres aristas -conservacionista, productiva y rentable-, le deben apostar todos los productores, dice Sánchez. Para ello cuentan con principios básicos de los cuales enumera algunos: trazabilidad desde antes de la finca -desde las semillas y la genética-; gestión de la finca como una empresa; manejo del pasto a la manera de Nueva Zelanda donde cada paso es un mordisco –one grass, one bite– para evitar pisoteo excesivo del suelo y más rápida recuperación del pasto. Quedan atrás los potreros repelados. El agua va a la vaca y no la vaca al agua… “Son principios sencillos que hacen parte de la ganadería sostenible”.

Las grandes empresas del mundo se mueven en esa dirección. Cargill, por ejemplo, se comprometió a que en el año 2030 sus productos serán sostenibles. McDonalds ya ofrece en algunos países hamburguesas elaboradas con carne producida de manera sostenible. Walmart, Marfrig y TNC se unen para el montaje de fincas sostenibles en Brasil, país que parece liderar muchos avances de sostenibilidad productiva con mecanismos como Pecuaria Sostenible y la Mesa Redonda de Carne Sostenible a la cual se sientan 80 millones de cabezas de ganado -el 40 por ciento del hato brasilero- con Marfrig, JBS, Minerva, Rabobank, Dow, McDonalds, Allflex, Merial, Zoetis, para no nombrar sino unas empresas, además de organizaciones de la sociedad civil.

El Grupo de Trabajo de la Pecuaria Sostenible -GTPS-, del cual hace parte TNC, hace mapeo y orienta sobre las áreas productivas por adaptación o por aptitud, así como de las improductivas por inadaptación o por baja aptitud. Se apoyan en Embrapa y en otras entidades técnicas, y su acción ha llevado a un cambio importante: “las áreas con baja productividad se mejoraron con pastos y entró más ganado. Hace unos años había 178 millones de hectáreas en pastos y han disminuido a 168, y la carga subió de 0.8 a 1.3 por hectárea, y esperan subirla a 2. Estos avances muestran que es eficiente y rentable”.

EL PESO DE LAS CIFRAS

¿Cómo balancear los pilares de sostenibilidad desde el punto de vista ambiental, siendo socialmente responsables y económicamente viables? “Hay que integrarlos en un círculo virtuoso, por lo que se involucran el sector público y privado, y la ciencia”, explica Sánchez sobre esa estrategia donde las cifras son fundamentales, porque lo que no se mide no se puede evaluar. “Las cifras son las que nos mueven. Vemos que el SSP conserva la producción aún en épocas de sequías, vemos que hay mayor captura de carbono, menos erosión, más biodiversidad… porque tenemos mediciones”.

Queda claro que se debe dejar atrás la cultura cortoplacista, que hay mucho por desarrollar en cultura forestal, que hay que avanzar en la escuela de la agricultura sostenible, que la información debe llegar a los ganaderos, establecer la plena trazabilidad, encadenar lo productivo…

Los ganaderos deben comprender las bondades de los sistemas y acogerlos. Se requiere y consolidar la mesa redonda de ganadería sostenible, buscar inversionistas que crean en los proyectos de impacto social y, especialmente, ser sostenibles con eficiencia, produciendo lo que pide el mercado.

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