DeCARNE 7

Soñar para vivirlo

Soñar, cuando significa anhelar, querer tener algo, alcanzar una meta, es una semilla viable. Como ejercicio lúdico es delicioso y en ningún caso frustrante, porque a diferencia de lo que ocurre en el mundo real, allí no hay imposibles.

Llega el momento en el que el protagonista, esto es, el que despierto está detrás de este sueño tiene que decidir entre seguir idealizando situaciones o darle a aquella semilla los nutrientes que hagan posible su germinación y una vida fructífera, con todo lo que ello implica en trabajo, compromiso y responsabilidad.

Lo nuestro siempre fue soñar para vivirlo y empezar a hacerlo tangible pronto para tener, también en corto plazo, el placer de disfrutarlo y sentir la satisfacción de ser, con las pruebas en la mano, soñadores de lo posible.

Con esta decisión empezamos a pasar del libreto al escenario, y en él a actuar. Esto imponía, como primer paso, lo que ahora se llama socializar el proyecto, es decir, invitar a quienes desde distintos frentes podrían contribuir: en lo temático por su experiencia o por el grado de reconocimiento dentro y fuera del sector; otros, porque como apoyo podrían vincularse mediante la promoción y oferta de sus productos o servicios vinculados con la cadena productiva de la que somos parte.

También nos interesaba acercarnos a un tercer grupo, el de quienes pudieran sugerir o recomendar a eventuales colaboradores en esas dos áreas.

Con un “regáleme cinco minutos en su oficina que quiero hacerle una invitación”, avalado por nuestro prestigio profesional nos recibieron todos a los que quisimos explicarles nuestro proyecto. Eso no quiere decir que de cada cita salimos con una respuesta positiva inmediata; pero en cada encuentro recibimos el apoyo de quienes se identificaron con la filosofía y los objetivos que nos animaron desde la gestación. Ese respaldo afianzó en nosotros la convicción de que lo que proponíamos no era ningún salto al vacío, y menos, un embeleco, sino el resultado de estudios y pesquisas que indicaban que Colombia y su cadena cárnica necesitaban contar con un medio de comunicación en el que todos sus eslabones encontraran el espacio y el momento idóneos y oportunos para comunicarse entre ellos y con el mundo exterior para beneficio general.

Al  año de haber dejado de ser sueño y volverse cuerpo tangible, DeCARNE se confirma como el producto del trabajo conjunto y entusiasta de quienes, desde su actividad nos han acompañado, animados por la misma convicción acerca de la conveniencia de que Colombia y su dinámica cadena cárnica dispongan de un escenario serio en todo sentido en el que pueda examinarse a sí misma y compararse con las de otros países, ambos ejercicios en busca de alcanzar mayor eficiencia y competitividad, cruciales en el mundo globalizado del que todos somos actores. Gracias a todos.

Los editores.

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