DeCARNE 3

Han faltado visión y ambición

Colombia tiene fincas especializadas en ganado de carne líderes por la calidad de sus sistemas de producción. Infortunadamente representan un porcentaje mínimo frente a las que, además de seguir apegadas a sistemas tradicionales, o quizás por ello, son ineficientes.

Las de avanzada están mostrando que con la calidad genética de buena porción del hato nacional es posible acercarnos a los países del primer mundo. Expertos en el tema tienen claro que un mecanismo que hace posible ubicarnos en el mismo plano de competitividad con aquellos es la transferencia a los llamados ganados comerciales de la genética de los puros.

Algo se ha avanzado en eso, reconocen, y para mostrarlo refieren el hecho de que en recientes evaluaciones a animales beneficiados se encontró que 15 por ciento de un grupo numeroso correspondía a individuos menores de dos años y medio.

En lo que sigue habiendo rezago, subrayan, es en el tratamiento dado a la res después de su beneficio pues las plantas se han conformado con sacrificarla sin intentar adicionarle a esa tarea primaria una estrategia de comercialización. Lo paradójico es que 30 o más años atrás el frigorífico Camagüey se atrevió e Ingral consiguió exportar a Europa ganado en canal, para convertirse, con La Gloria, en empresas pioneras en hacer presencia en mercados externos.

Mientras eso ocurría, el resto de plantas no encontraba necesario incorporar frío a su procesamiento y se conformaba con vender canales calientes en un esquema comercial en el que la calidad importaba poco. Sólo hace unos quince años, cuando se había perdido mucho tiempo y posibilidad de competir, cayeron en cuenta de que el mundo giraba en otra órbita.

Esa falta de visión, de ambición y de pérdida de mercados, unida a una también inexplicable timidez empresarial hizo que nos dejáramos tomar considerable ventaja por países como Paraguay, pequeño en territorio y en el tamaño de su ganadería, que no obstante su situación aftosa está conquistando mercados fuera de Latinoamérica.

Entonces, si nuestros frigoríficos entendieran la necesidad y conveniencia de transformarse en empresas comercializadoras, como lo son en el resto del mundo, y tuvieran la dinámica de los de Brasil y Argentina, por ejemplo, alguna de nuestra carne bovina estaría presente en góndolas extranjeras.

Ello podrá ocurrir cuando sean una constante el sacrificio de animales jóvenes y la producción de carne de alta calidad, como empieza a verse en los resultados de cruzamientos con animales Blanco Orejinegro y Romosinuano, lo que habla muy bien de la genética criolla colombiana.

Es de esperarse que los subsectores porcino y ovino-caprino, que trabajan seriamente para que la genética que utilizan y el manejo de sus planteles garanticen un desempeño productivo competitivo, les concedan igual importancia y valor a la tecnología y los equipos y sistemas involucrados en el beneficio de sus animales y en el procesamiento posterior de sus carnes, teniendo como objetivo central la satisfacción de los consumidores, hoy los habitantes de Colombia, y ojalá muy pronto, los del mundo entero.

Los editores

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