Buenos vientos, mucho por hacer
El Gobierno ha manifestado que en el posconflicto el sector agropecuario será uno de los motores de la economía. No obstante el optimismo, parece que hay muchos obstáculos por vencer, desde instituciones paquidérmicas que no responden con la celeridad que se requiere; mensajes contradictorios que despistan como es el menor presupuesto para el agro que quedó en $2,1 billones, la mitad del año anterior y muy lejos de los $13,2 billones anuales que recomienda la Misión para la Transformación del Campo para que el sector alcance la competitividad deseada; y situaciones que alimentan la zozobra, como sucede con el abigeato que pareciera estar desbordado en muchos municipios a pesar de los esfuerzos de ganaderos y autoridades, y no controlado por una justicia que no castiga a los responsables.
El sacrificio de bovinos para consumo interno parece ir en picada desde hace cuatro años: en 2012 se sacrificaron 4’110.506 reses; en 2013 el sacrificio empezó a descender, fueron 3’965.711 ejemplares; al año siguiente, se reportaron 3’937.580 reses y en 2015 hubo una nueva baja, 3’917.775. Dramática la caída de 2016 con solo 3’518.498 bovinos sacrificados. Entre 2013 y 2016, el sacrificio ha bajado casi 15%, dice Fedegan. Muchos se preguntan si el cierre de mataderos ha incidido en estas cifras y que el sacrificio se sigue haciendo pero en los traspatios, lo cual indicaría que faltaron planes de contingencia. En el subsector porcícola, en cambio, las cifras van en aumento: el sacrificio creció 15.5% en 2016 respecto del año anterior.
El Diario Portafolio comentó en febrero que “acciones estatales como la estrategia de ordenamiento territorial y de restitución y acceso a tierras, el plan Colombia Siembra, la reforma institucional, la reactivación de la asistencia técnica y la campaña ‘Mi Campo Sabe Mejor’, entre otros, se quedaron cortas como herramientas para hacer reaccionar la actividad productiva rural, que el año pasado registró un crecimiento de apenas 0,5%, el más bajo desde el 2010”.
Aun así, hay optimismo. El Gobierno dice que la producción rural tendrá más dinamismo este 2017: el ministro Iragorri espera un crecimiento superior al 2%. Y en esta edición de la revista DeCARNE, los entrevistados son optimistas: Gustavo Castellar dice que de la ganadería sí se puede vivir. CIA de Melhoramento muestra que los indicadores de precocidad sexual, crecimiento y terminación en Nelore –y en otras razas–, pueden ganar eficiencia. Desde ADIV, en Francia, indican cómo agregar valor a la carne y Cecilia Porras, de la Cámara de Comercio Árabe Colombiana, señala el enorme potencial para la carne bovina y ovina en esos países.
Desde Tolima, Melkin Aguirre exhibe la garra que lo ha llevado a innovar e integrar en la cadena ovina y Olga Lucía Toro habla de las fortalezas que ese sector puede capitalizar desde el punto de vista de la cadena ovina caprina.
Otra cara de optimismo la exhibe Asobrangus Comercial con su estrategia de comercialización de la carne Angus, y desde Costa Rica, Gerardo Barboza rescata el impacto positivo de los búfalos en la rehabilitación y conservación de los humedales.
Con Hacienda La Cabaña y Nutryr vemos dos casos de integración que aportan a la nutrición animal para que las explotaciones ganen eficiencia. Integración que también se debe dar en todos los eslabones como lo muestra el sector porcícola.
Hay muchos más actores de la cadena cárnica que construyen eficiencia, que aportan a un país que se vuele a armar, como un rompecabezas, para superar problemas estructurales con un talante de que es posible ganar competitividad.
Se firmó la paz; ahora todos podemos contribuir a que sea una realidad de todos los días.
Coordinadora de experiencias